Campañas: demagogia y publicidad
José Luis Carrillo Hernández.
En su marcas, listos ¡fuera! La carrera por el reparto del poder ya inició y en un espacio de incertidumbre para todos los grupos hegemónicos locales -desde los partidos políticos o desde las candidaturas independientes- se lanzan a la pista como si fuera un campo de batalla donde los bombardeos publicitarios de mentiras y promesas demagógicas, de campañas negras y de miedo ya están de regreso. Lo inédito del proceso, es que se da tras una serie de derrotas del PRI en distintos estados el año posado, donde el priismo perdió el poder y tuvo que cederlo al cacha votos del PAN. De ahí a la fecha el desprestigio del partido en el poder va en aumento, y se ha incrementado tras el gasolinazo, la falta de liderazgo y la torpeza política de Peña Nieto para enfrentar la embestida Trump.
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En el Estado de México al igual que en Coahuila habrá cambio de poderes, y en Edomex las encuestas sobre preferencias electorales ubican a MORENA en primer lugar, al PAN en segundo y al PRI en tercero. En Coahuila se habla de empate técnico entre PRI y PAN, y MORENA en tercer sitio. Debemos apuntar en Coahuila el endeudamiento y corrupción del primer gobernador de la dinastía Moreira, y el desplazamiento de los grupos tradicionales y patriarcas locales que ahora aspiran a recuperar el poder.
Y aunque pocos creen en los partidos políticos, en esta especie de bipartidismo ad hoc y con las campañas de satanización y desprestigio hacia la izquierda, permite al PAN posesionarse como el beneficiario del voto de castigo al PRI sin más argumento opositor que la corrupción del sexenio pasado, pero olvidando su propia deshonestidad.
Desde el salinismo, el PAN ha practicado una especie de amasiato con el PRI, en la medida que el priismo ha abandonado la posición social reivindicadora que heredó de la revolución mexicana, para adherirse a las políticas neoliberales que el mundo financiero globalizado marcan. Así, en una transición negociada en lo obscurito con los grupos hegemónicos del país, en 2000 se decidió cederle la estafeta al PAN.
Vicente Fox fue beneficiado de esta cupular decisión, su sexenio se caracterizó por el alto número de concesiones mineras que se dieron a grupos trasnacionales, así como la corrupción de los hijos de su esposa Marta Sahagún. También se le recuerda por el sensible recorte al gasto social, así como usar todo tipo de recursos y diatribas para destruir la popularidad de AMLO. Fox dijo que acabaría con las tepocates y víboras prietas del PRI, pero no sólo no los metió a la cárcel, sino que seis años después de terminar su mandato apoyó al candidato del PRI Enrique Peña Nieto.
Luego de Fox, las cúpulas del sistema decidieron cederle el mando al panista Felipe Calderón, que para congraciarse con el imperio del norte sacó al ejército de los cuarteles para declararle la guerra al narco en las calles. La guerra calderonista nos hizo pasar por los horrores de la violencia, del ajusticiamiento, balaceras, masacres y pérdidas de vidas de miles y miles de mexicanos. Calderón se la pasó haciéndole el trabajo sucio a los gringos. Estados Unidos puso las armas, Calderón el ejército y el pueblo los muertos.
Los que se quejan de la corrupción priista votan por un partido que defiende los mismos intereses que critican y que les afecta. Es de ingenuos pensar que un partido que representa los intereses de los grupos empresariales conservadores que viven de las ganancias y la explotación de los trabajadores, sea menos corrupto que los priistas que han hecho todo por pavimentarle el camino al capitalismo y sus imperios despiadados.
En Coahuila el PRI y el PAN están confrontados, pero en el Congreso de la Unión se aman profundamente, y con gran camaradería juntos votan las reformas estructurales que nos empobrecen más, y juntos acuerdan los instrumentos legislativos que permiten a Peña Nieto y a los nuevos dueños del petróleo, cobrarnos la gasolina a los precios que ellos quieren.
En Coahuila el caso de MORENA es distinto, pues es la primera elección donde participa, pero la tercera campaña de López Obrador que impulsa la candidatura de Armando Guadiana Tijerina, personaje mal visto por la juventud y por los sectores ecologistas que están en contra del maltrato animal. Sin embargo, Guadiana pudiera atraer el voto antiPRI-PAN.
Sin embargo el proceso es muy desafortunado, pues la premisa publicitaria de toda oposición ha girado en contra de los Moreira: no más Moreira, saquemos a los Moreira, cárcel a los corruptos, son las consignas y la promesa fundamental de la campaña que está por iniciarse, por lo que esto no es garantía de justicia y de conductas honestas, pero nada de lo que digan es garantía de que se realizará. Allí está Rodrigo Medina, pelándole los dientes al Bronco; a Duarte se lo tragó la tierra, y Jorge Torres López tal vez ande disfrazado de obrero del GIS y por eso no lo encuentran.
Nada conocemos de las propuestas, pero sabemos que Miguel Ángel Riquelme es el candidato de los Moreira; que Javier Guerrero es el independiente de los priistas infieles, mal agradecidos, marginados y resentidos; que Armando Guadiana se cuelga de López Obrador y viceversa; y que Guillermo Anaya es el candidato del PAN, partido pro-yanqui, de los banqueros agiotistas, de la santa iglesia católica, de los emprersarios y clases pudientes.
Ninguno de los candidatos se distingue por sus cualidades intelectuales o por su participación y solidaridad social. Nada nos han dicho sobre qué piensan de los actuales problemas estatales y nacionales. Tampoco sabemos lo que proponen, lo que los hace distintos y mejores frente a los demás. Estamos ante candidaturas muy bofas que requieren de mucha publicidad y demagogia para hacer votar a los coahuilenses. |